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sábado, 24 de julio de 2010

Orgullo

Podemos ser las mejores personas del mundo, pero todos y cada uno de nosotros tenemos orgullo. El orgullo está en constante lucha con la razón, y muy a menudo sale vencedor, pues nos dejamos llevar por él sin detenernos ni un segundo a meditar las posibles consecuencias.
Por orgullo seríamos capaces de enfrentarnos a cualquiera, sin importar cuánto daño podamos llegar a hacer, pues el orgulloso se crea su propio mundo en el que él siempre tiene la razón, e inventa versiones de las situaciones que para él serán las únicas válidas, aunque no siempre sea así, y llegará un momento en el que no sólo hará daño a las personas de su entorno, sino a sí mismo, ya que se creerá tanto su punto de vista que no será capaz de ver más allá y, aun sabiendo que esa versión de la realidad puede ser falsa y haber sido creada por su imaginación, lo verá todo como cierto y se engañará a sí mismo constantemente, perjudicando tanto a él como a los demás.
El orgullo nos hace incapaces de ceder ante los demás, aunque sepamos que son ellos quienes tienen la razón y no nosotros, pero, precisamente por orgullo, jamás lo reconoceremos. Tampoco reconoceremos, por la misma razón, que nos hemos equivocado en algo, o que tenemos problemas con determinado asunto, e intentaremos solucionarlo todo por nosotros mismos y jamás pediremos ayuda a nadie, ya que siempre aseguraremos que está todo bien y que sabemos hacerlo todo y lo hacemos perfectamente.
En más de una ocasión deberíamos tragarnos el orgullo. Un “tienes razón, me equivocaba” puede solucionar algunas disputas y evitar que se creen enfrentamiento entre personas que se aprecian o quieren y que pueden separarse si son cegados e influenciados por el orgullo.
Pero… veamos ahora la situación opuesta. ¿Cómo sería el mundo si no tuviéramos orgullo?
Seríamos fácilmente manipulables y los que poseen el poder moverían nuestros hilos a su antojo (más de lo que ya lo hacen…). Además nos pisotearían sin piedad y seríamos como animales domésticos, pájaros enjaulados, o incluso como corderos colocados en fila hacia el matadero.
Aunque, quién sabe, si no tuviéramos orgullo la razón no tendría rival y nos dejaríamos aconsejar por ella, pensaríamos todo dos veces antes de dejarnos llevar por impulsos. Y, tal vez, al meditar las cosas un poco más y volvernos más racionales, haríamos todo mejor y con más calma…
Por tanto… El orgullo: ¿Es bueno o malo?

1 comentario:

  1. Bueno en las cantidades adecuadas, creo yo. Como tú dices, si no tuviéramos orgullo seríamos muy vulnerables y fácilmente manipulables; pero no podemos dejarnos llevar por él. Debemos querernos a nosotros mismos, pero no por encima de los demás.
    Un beso ^^

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